Mishpatim
Rabino Eliezer Shemtov
Dos de los argumentos con mayor potencial para provocar ansiedad y depresión son: “no sirvo” y “no puedo”.
Solemos basar estos argumentos en principios en apariencia incuestionable:
1. Nací con esta naturaleza (de comer mucho, dormir de más, etc.).
2. No puedo dominar mis impulsos (del enojo, envidia, etc.).
3. No importa el esfuerzo que haga, nada importo en la realidad global.
4. Si respeto los límites definidos por otros no podré concretar mis ambiciones personales.
¿Cómo se hace para salir de este pozo?
En la lectura de esta semana, Mishpatim [1], leemos sobre cuatro categorías de daño [2] y sus prototipos, categorías respecto de las cuales la persona es sujeto responsable. Sus prototipos son: el “toro”, el “pozo”, el “hombre” y el “fuego”.
En la Torá, estos aparecen como prototipos de daño a terceros por los cuales uno es responsable: 1) cuando el animal de uno sale a dañar; 2) cuando el pozo cavado por uno en el dominio público, causa daño; 3) cuando uno mismo hace daño ex profeso; y 4) cuando un fuego encendido por uno en su propiedad sale de control y daña la propiedad de terceros. Cada uno de estos prototipos representa un nivel específico de responsabilidad con sus respectivas obligaciones reparadoras.
El Rebe —que su mérito nos proteja— explica que, además de las implicancias materiales de dichas realidades, hay también una dimensión de daño espiritual personal implícita en ellas, que son las cuatro excusas que uno suele dar para justificar su comportamiento dañino. Explica también cuál es la respuesta que cabe dar a cada una de dichas excusas.
No es el objetivo de este artículo entrar en ese aspecto del tema [3], sino aplicar la idea general como herramienta para lidiar con los argumentos similares cuando provocan ansiedad y depresión y nos causan daño.
Muchas veces uno se deprime porque siente que no puede hacer nada para cambiar su manera de ser debido a alguno de dichos argumentos: así es mi naturaleza, no puedo controlar mis estallidos, no me siento relevante, las imposiciones legales/religiosas/sociales me impiden realizar mis ambiciones personales.
Sin entrar a analizar cada uno de estos argumentos, podemos ver una “herramienta” general que sirve para todos:
Hay que distinguir entre lo que uno es y lo que uno tiene. No es lo mismo ser perezoso que tener pereza; ser triste que tener tristeza. Esta es una diferencia sustancial. Si uno es “defectuoso”, es prácticamente imposible cambiarlo. Si simplemente tiene un defecto, podrá ser difícil superarlo, pero no imposible. Puede que sea el desafío más importante de la vida, pero, al superarlo, logrará expresar el potencial más importante que tiene.
Así es cómo Di-s creó al mundo: nos dio desafíos para que los superemos y tengamos la satisfacción que viene con la misión cumplida.
Si quieres saber cuál es tu misión de vida, identifica cuál es tu mayor desafío. El logro más grande en la vida es vencer al adversario más fuerte, y no hay un adversario más fuerte que uno mismo y su zona de confort.
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Éxodo 21:1–24:18.
Éxodo 21:28–36, 22:4–5.
Véase es.chabad.org/2847581 más sobre el tema.
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