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Los Salmos


Rabino Eliezer Shemtov


De todos los veinticuatro libros del Tanaj (Biblia), el libro de Salmos, o Tehilim en Hebreo, es el que más presencia tiene en la vida judía, luego del Pentatéuco.

Gran parte de nuestras plegarias provienen de los Salmos. Recurrimos a recitar los Salmos tanto en momentos de necesidad como en momentos de agradecimiento y celebración.

El libro de Salmos contiene 150 capítulos, recopilados por el Rey David. Muchos son de su autoría y otros son de la autoría de Adán, Shem, Abraham, Moisés, Salomón y otros.

Los Salmos reflejan y expresan todo el abanico de la experiencia humana. En ellos uno encuentra palabras de aliento que dan coraje para afrontar los diversos desafíos de la vida, como también palabras de consuelo y expresiones de agradecimiento a D-os por todo lo que nos da.

El Midrash relata que D-os le dijo al rey David que por mas que no iba a ver el Templo de Jerusalem (construido por su hijo Salomón), iba a estar presente por medio de la recitación diaria de sus salmos. De hecho, hasta el día de hoy recitamos en la plegaria matutina los Salmos que fueron cantados por los levitas cada dīa en el Templo durante los servicios.

Los Salmos fueron escritos con inspiración Divina; de ahí su resonancia a lo largo de las generaciones, trascendiendo diferencias culturales y personales.

El poder de los Salmos

El tercer Rebe de Jabad, conocido como el “Tzémaj Tzédek”, dijo: “Si uno supiera el poder que tiene la recitación de los Salmos, y su efecto en lo alto, los recitaría continuamente. Los versículos de Salmos trascienden todas las barreras y ascienden más y más alto, implorándole al Amo del Universo hasta lograr resultados bondadosos y piadosos.”

En muchas comunidades se acostumbra completar la lectura de todo el libro de Salmos todos los meses, recitando un promedio de cinco salmos cada día. Hay comunidades en las cuales se acostumbra, además, leer todo el libro en el transcurso del sábado previo al nuevo mes, cuando se bendice al mes entrante.

El sexto Rebe de Lubavitch, Rabi Iosef Itzjak Schneerson, de bendita memoria, promovió mucho la costumbre de recitar la cuota diaria de Salmos y que se dijera el libro entero el sábado previo al nuevo mes. Aseguró que es una fuente que genera mucha bendición en todo lo que uno necesite. A mucha gente que le consultó al Rebe por diversos temas, el Rebe sugirió la adhesión a dicha costumbre como conducto para recibir bendición.

Hay una antigua costumbre de recitar cada día el capítulo que corresponde a la edad de uno y sirve de canal para recibir bendiciones personales. Se recita el capítulo que corresponde al año en curso; por ejemplo si uno cumplió 50 años diría capítulo 51.


El capítulo 20

Cuando uno tiene un problema grave o quiere rezar por alguien que lo tiene, se recomienda recitar el salmo capítulo 20:

1. Para el Director del Coro; un salmo por David. 2. Que A-donai te responda en el día de aflicción; que el nombre del D-os de Iaakov te fortalezca. 3. Que El envíe tu ayuda desde el Santuario, y te sostenga desde Tzión. 4. Que El recuerde todas tus ofrendas, y que siempre acepte favorablemente tus sacrificios. 5. Que El te otorgue lo que tu corazón desea, y cumpla todas tus sugerencias. 6. Nos deleitaremos en tu salvación, y en el nombre de nuestro D-os alzaremos nuestros estandartes; que A-donai cumpla todos tus deseos. 7. Ahora se que A-donai ha salvado a Su ungido, respondiéndole desde Sus santos cielos con la poderosa fuerza salvadora de Su diestra. 8. Algunos [confían] en carrozas y algunos en caballos, pero nosotros [confiamos en e] invocamos el nombre de A-donai nuestro D-os. 9. Ellos se doblan y caen, pero nosotros nos levantamos y nos mantenemos firmemente erguidos. 10. A-donai sálvanos; que el Rey nos responda en el día que clamamos.


Según el comentarista Rashi, este Salmo fue escrito por el Rey David cuando enviaba a la guerra a su ejército encabezado por el General Ioav ben Tzeruiá, y él se quedaba en Jerusalem rezando por su éxito. Nuestros sabios señalan que si no fuera porque David rezaba, Ioav no hacía la guerra. He aquí un gran secreto de nuestra supervivencia: una defensa militar fuerte respaldada por una retaguardia espiritual.

Según el comentarista “Radak”, este salmo fue escrito en honor al Rey David quien salía en guerra encabezando sus ejércitos personalmente.

Se invoca el “Di-s de Jacob” porque nuestro patriarca Jacob se vio amenazado por su hermano Esaú y por su tío Laban y Di-s lo ayudó a salvarse de ellos. También porque Jacob es el patriarca exclusivamente del pueblo judío, a diferencia de Avraham e Isaac quienes también engendraron a los progenitores de otros pueblos (Ismael y Esaú, respectivamente).


El capítulo 119

Entre los Salmos se destaca el capítulo 119, el más largo, que consiste en 176 versículos, ocho por cada una de las veintidos letras del Alef Bet (alfabeto hebreo). Se suele recitar los versículos que corresponden a las letras del nombre de un enfermo cuando se reza por su salud. Además se recita los versículos que corresponden a las palabras Kra Satán, o “Rompe el Satán”, para neutralizar la influencia del Satán, o ángel acusador. (Vea aquí para generar una lista de los versículos para cada nombre: www.dailytehillim.com/119Tool.aspx)

También se recita los versículos del capítulo 119 que corresponden al nombre de un difunto cuando se visita su tumba, precedidos por los versículos que corresponden a las palabras “Kra Satán”.


La situación actual en Israel

Nadie discutiría el hecho que hoy en día necesitamos una protección Divina especial en nuestra querida Israel. En distintas ocasiones similares el Rebe de Lubavitch, que su mérito nos proteja, exhortó que aumentemos nuestra fortificación espiritual en las tres áreas de estudio de Torá, Tefilá y Tzedaká. Sugirió específicamente la recitación de los Salmos caps. 20, 22, 69, 122,150 (Vea traducción a continuación).

Quiera D-os que haya paz en Israel y mientras no la haya que haya seguridad. “No dormitará ni dormirá el Guardián de Israel.” (Salmos 121:4)


Cap. 22

Toda persona debe rezar en desconsuelo por la longitud del exilio y nuestra caída de prestigio a bajeza. También hará votos [de enmienda] en su aflicción.


1. Para el Director del Coro, sobre Aiélet HaShájar, un Salmo por David:

2. Mi Dios, mi Dios, ¿por qué me abandonaste? ¿[Por qué estás] lejos de salvarme, ante las palabras de mi clamor?

3. Oh Dios mío, clamo de día y Tú no me respondes; de noche, no hay descanso para mí.

4. Y Tú, Santo, estás entronizado en las alabanzas de Israel.

5. En Ti confiaron nuestros padres, confiaron y Tú los liberaste.

6. A Ti clamaron y fueron liberados, en Ti confiaron y no fueron avergonzados.

7. Mas yo soy un gusano y no un hombre, escarnio de la humanidad, desprecio de las naciones.

8. Todos los que me ven se mofan de mí; abren sus bocas, sacuden sus cabezas.

9. El que tira [su carga] sobre Adonái; El lo liberará; El lo salvará porque lo quiere".

10. Pues Tú me sacaste del útero, me hiciste [sentir] seguro en los senos de mi madre.

11. A Ti fui lanzado desde el vientre, desde el útero de mi madre Tú eres mi Dios.

12. No guardes distancia de mí, pues la aflicción está próxima, pues no hay quien ayude.

13. Muchos toros me cercan. Los poderosos de Bashán me envuelven.

14. Ellos abren sus bocas contra mí, como un león desgarrador y rugiente.

15. Soy derramado cual agua, todos mis huesos se dislocan; mi corazón es como cera, fundido dentro de mis entrañas.

16. Mi fuerza se secó cual arcilla, mi lengua adherida a mi paladar; me colocaste en el polvo de la muerte.

17. Pues me cercan perros; una banda de malhechores me circunda, como un león en mis manos y mis pies.

18. Cuento todos mis huesos, ellos miran y se regocijan.

19. Reparten mis ropas entre sí, y sobre mis vestimentas echan suertes.

20. Mas Tú, Adonái, no Te alejes; ¡Fuerza mía!, apresúrate en mi ayuda.

21. Libera mi alma de la espada, mi única [alma] de la garra del perro.

22. Sálvame de la boca del león, como respondiste a los cuernos de Reimim.

23. Yo proclamaré Tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación Te alabaré.

24. Vosotros que teméis a Adonái, ¡alabadlo! Todos vosotros, simiente de Iaacov, ¡glorificadlo! Sentid pavor de El, vosotros, la simiente de Israel.

25. Pues El no despreció ni aborreció los clamores del pobre, ni ocultó Su semblante de él; cuando Le suplicó [ayuda], El escuchó.

26. Tú eres la causa de mi alabanza en la gran congregación; saldaré mis promesas delante de quienes Le temen.

27. Que los humildes coman y se sacien, que quienes procuran a Adonái Lo alaben; que vuestros corazones vivan por siempre.

28. Todos los confines de la tierra recordarán y loarán a Adonái, todas las familias de naciones se inclinarán delante de Ti.

29. Porque la soberanía es de Adonái, y El gobierna a las naciones.

30. Todos los engordados de la tierra comerán y se prosternarán, todos los que descienden al polvo se inclinarán ante El, mas El no revivirá su alma.

31. La simiente de los que Lo sirvan, hablarán de Dios a las [siguientes] generaciones.

32. Vendrán y narrarán Su rectitud a la nación —lo[s milagros] que ha hecho— a la nación recién nacida, .


Cap. 69


Para el Director del Coro, sobre el [instrumento] shoshaním, por David:

¡Sálvame, Dios, pues las aguas [me] llegaron hasta el alma!

Me he hundido en profundidades fangosas sin lugar de apoyo; he venido a aguas profundas, y la corriente me arrastra.

Estoy exhausto por mi clamor, mi garganta se reseca; mis ojos languidecieron en espera a mi Dios.

Más numerosos que los cabellos sobre mi cabeza son quienes me odian sin razón; poderosos son aquellos que me cercenarían, aquellos que son mis enemigos sin causa.

Lo que no he hurtado, entonces tendré que devolver.

¡Dios! Tú conoces mi insensatez, y mis equívocos no están ocultos a Ti.

Que no se avergüencen por mí quienes en Ti confían, mi Señor, Dios de las Huestes; que quienes Te buscan no sean humillados por mí, Dios de Israel,

Pues en aras de Ti he soportado deshonra, el bochorno cubre mi cara.

Me he vuelto un extraño a mis hermanos, forastero a los hijos de mi madre,

Pues la envidia de Tu Casa me ha consumido, y la humillación de quienes Te desprecian se abatieron sobre mí.

Lloré mientras mi alma ayunaba, fue para mi indignidad.

Hice arpillera mi vestido, y [así] me volví su modelo [de desprecio].

Quienes se sientan en el portón hablan de mí, [fui] canción de borrachos.

En cuanto a mí, sea mi plegaria a Ti, Adonái, en un momento propicio; Dios, en Tu abundante bondad, respóndeme con Tu verdadera salvación.

Rescátame del fango, para que no me hunda; sea yo salvado de mis enemigos y de las aguas profundas.

Que la corriente de agua no me arrastre, ni el abismo me trague; y que la fosa no cierre su boca sobre mí.

Respóndeme, Señor, pues Tu benevolencia es buena; conforme Tus abundantes misericordias, vuélvete a mí.

No ocultes Tu rostro de Tu sirviente, pues estoy afligido. ¡Pronto, respóndeme!

Acércate cerca a mi alma y libérala; redímeme, para [que] mis enemigos [no se sientan triunfantes].

Tú conoces mi humillación, mi vergüenza y mi deshonra; todos mis mortificadores están ante Ti.

La humillación partió mi corazón, y he enfermado; anhelé comodidad, pero no la hubo, por quienes me consolaran, más no encontré.

Ellos ponen hiel en mi alimento, y para mi sed me dieron vinagre de beber.

Que su mesa se vuelva una trampa ante ellos, y [su] serenidad, una celada.

Oscurézcanse sus ojos, que no puedan ver, y que sus caderas vacilen continuamente.

Vierte Tu cólera sobre ellos, y que la fiereza de Tu enfado lo alcance.

Que su palacio esté desolado, que no haya morador alguno en sus tiendas.

Pues a quien Tú golpeaste persiguieron, y cuentan [con placer] el dolor del por Ti herido.

Suma [este] pecado a su pecado, que no vengan a Tu justicia.

Borrados sean del libro de los vivos, que no sean inscriptos con los justos.

Mas yo, pobre y dolorido soy; que Tu salvación, Dios, me fortalezca.

¡Alabaré el Nombre de Dios con canción, Lo ensalzaré con agradecimiento!

Ello placerá a Adonái más que [la ofrenda de] un toro con cuernos y pezuñas.

Los humildes lo verán y se regocijarán; quienes buscan a Dios, [verán] y sus corazones revivirán.

Pues Adonái escucha a los necesitados, El no desprecia [la plegaria de] Sus [propios] reclusos.

Que cielo y tierra Lo alaben, mares y todo lo que se mueve en ellos,

Pues Dios salvará a Tzión, construirá las ciudades de Iehudá, y ellos se radicarán allí y la poseerán;

Y la semilla de Sus sirvientes la heredará, y quienes aman Su Nombre morarán en ella.


Cap. 122

Este Salmo entona las alabanzas de Jerusalén y cuenta los milagros acaecidos allí.


1. Canción de las Ascensiones, por David: Me alegré cuando me dijeron: "Vayamos a la Casa del Eterno".

2. Nuestros pies estarían parados en tus portales, Jerusalén;

3. Jerusalén, la que está edificada cual ciudad en la que [todo Israel] está junto unido.

4. Pues allí subían las tribus, las tribus de Dios — como fue ordenado a Israel— para ofrecer alabanzas en aras del Eterno.

5. Pues allí estaban los asientos de justicia, los tronos de la casa de David.

6. Pidan por la paz de Jerusalén; gocen la paz aquellos que te aman.

7. Haya paz dentro de tus murallas, serenidad dentro de tus palacios.

8. En aras de mis hermanos y amigos, pido que haya paz dentro de ti.

9. En aras de la Casa del Eterno nuestro Dios, procuro tu bienestar.


Cap. 150

Este Salmo tiene alabanzas, aludiendo a los Trece Atributos de Misericordia con que Dios rige el mundo.


1. Alabad a Dios; Alabad a Dios en Su [lugar] santo, alabadlo en el firmamento de Su poder.

2. Alabadlo por Sus poderosos actos; alabadlo conforme a Su abundante grandeza.

3. Alabadlo con el son del shofar; alabadlo con arpa y lira.

4. Alabadlo con pandero y danza; alabadlo con instrumentos de cuerda y flauta.

5. Alabadlo con platillos resonantes; alabadlo con platillos altisonantes.

6. Que todo ser que tiene alma alabe a Dios; ¡Alabad a Dios!


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