Textos & contextos BORRADOR
Vaishlaj
Rabino Eliezer Shemtov
En la parashá de esta semana, Vaishlaj, leemos sobre cómo Iaakov, "llegó a [la ciudad de] Shejem, que se encuentra en la tierra de Canaán... y compró un terreno en el cual armó su campamento… por cien kesitá” [1].
Rashi cita la palabra “kesitá” y comenta: “‘Meá’. Dijo Rabí Akivá: cuando fui a las ciudades lejanas solían llamar a [la moneda de] ‘meá’: ‘kesitá’”.
Se entiende que Rashi ve necesario explicar la palabra “kesitá” porque no es una palabra de uso común. Pero hay que entender:
Encontramos diversas opiniones en cuanto al significado de “kesitá”: 1) perlas; 2) ovejas. ¿Por qué elige Rashi justamente un significado basado en cómo la llaman a la moneda en ciudades lejanas?
La denominación bíblica para la moneda meá es gueirá que viene a ser una veinteava parte de la moneda bíblica shékel. Si kesitá es sinónimo de meá, ¿por qué no dice la Torá cien gueirá en vez de cien kesitá? Más aún: dado que cien kesitá es igual a cien méa que es igual a cien gueirá que es igual a cinco shekalim, ¿por qué no dice la Torá que Jacob adquirió el campo por el valor de cinco shekalim? ¡¿No implicaría el uso de cien kesitá en vez de cinco shekalim para describir el precio que kesitá no quiere decir meá que es una moneda, sino algún objeto de valor (perla/oveja) y que se trataba aquí de una permuta en vez de una compraventa?!
¿Por qué era necesario citar los detalles de cómo fue que Rabí Akiva aprendió ese significado y no simplemente decir (cómo Rashi suele hacer): “kesitá quiere decir meá, como explica el Talmud en el tratado Rosh Hashaná”?
Por lo general, Rashi no trae la fuente de su comentario, salvo si agrega algo en la comprensión del texto. ¿Por qué era necesario en este caso saber que la fuente de “kesitá = meá” es Rabí Akiva?
La explicación:
Lo que nos obliga decir que kesitá quiere decir meá no es tanto la experiencia personal de Rabí Akiva en su viaje al exterior, sino algunos detalles en los versículos que narran esta historia.
En el texto vemos que Jacob compró un terreno para establecerse ahí provisoriamente (seis meses). No era su intención radicarse ahí, sino seguir su viaje hasta llegar a su destino final, la casa de su padre Isaac en Hebrón. La lógica indica que a diferencia de su abuelo Avraham quien pagó caro (400 Shékel) para adquirir una parcela para enterrar a su esposa Sará, Jacob no tenía necesidad de pagar más que el valor de mercado. La razón por la que quiso comprar el terreno en el cual se detuvo por apenas seis meses se desprende de lo que dice el texto al respecto: “la ciudad de Shejem, ubicada en la tierra de Canaán”. O sea, no compró el terreno para radicarse ahí, sino para expresar su aprecio por la tierra, su afán por adquirir, apenas se le presentó la oportunidad, una parcela en la tierra de Canaán, la tierra que le fue prometida por Di-s.
Es por esta razón que Rashi descarta la interpretación de “perlas”. 400 perlas representa un valor enorme, más que los 400 Shékel que pagó Abraham para adquirir una parcela para enterrar a su finada esposa, Sara. Opta por la opción de que se trataba cien unidades de la moneda denominada meá (=5 Shékel), un precio mucho más razonable.
Según esto surge la pregunta: si el precio que pagó Jacob no fue nada fuera de lo común, ¿por qué mencionar cuánto pagó? En el caso de Abraham, quien pagó un precio exorbitante, se puede entender porque se menciona, ya que la Torá quiere documentar que Abraham no debía nada a nadie. Nadie le hizo ningún favor en esa transacción. Pero en este caso, habiendo pagado un precio de mercado, ¿qué importancia tiene la cifra?
La lógica indica que de alguna manera “cien kesitá” representa un detalle en la valoración que Jacob tenía por la tierra prometida. Es para explicar este detalle que Rashi nos dice que kesita se refiere a la moneda de meá. ¿Cómo es que pagar cien meá, monedas de valor mínimo, expresa el cariño por la tierra prometida? Para entender esto Rashi trae que Rabi Akiva dijo que cuando viajó a ciudades extranjeras escuchó que llamaban a las monedas meá, “kesitá”. Kesitá está relacionada con la palabra hebrea kishut, adorno. Se trata de monedas que además de su valor monetario tenían un valor especial como adornos. Es por eso que Jacob pagó con 100 monedas de kesitá/meá en vez de con cinco shekalim (a pesar de tener el mismo valor monetario). Al dar monedas que, además de su valor monetario, tienen también la función y el valor de adornos (aunque sea en ciudades extranjeras) expresó su cariño especial por adquirir un terreno en la tierra prometida. Para él se trataba más que una mera transacción inmobiliaria.
Un escalón más
El alumno “afilado” puede preguntar: a fin de cuentas, para Jacob, quién gozaba de gran riqueza, cien kesitá/meá no representaba un valor importante, aún si se trata de monedas que se utilizan en ciertas ciudades como adornos. El cariño que tenía por la tierra se expresa por el hecho de que compró apenas pudo, y no por el valor que pagó. ¿Por qué, entonces, la Torá hace mención del valor y del tipo de moneda entregada en la transacción?
Es por eso que Rashi menciona que quien explicó el tema de meá/kesitá fue Rabí Akiva. Una característica sobresaliente de Rabí Akiva fue que solía siempre buscar méritos en el pueblo de Israel. Tanto es así que aún cuando se trata de algo aparentemente insignificante —100 monedas simples— buscó y encontró en la terminología (kesitá) un mérito, que eran monedas que se utilizaban en ciertas ciudades (aunque sean lejanas) como adornos.
La dimensión mística
Cabe preguntar:
¿No alcanzaría con decir que Rabí Akiva dice que en las ciudades lejanas llaman a meá, kesita (adorno)? ¿Por qué es relevante para Rashi citar el hecho de que Rabí Akiva se enteró de ese dato cuando él mismo viajó a las ciudades lejanas?
El Talmud [2] relata también otra cosa que Rabí Akiva aprendió en su viaje al exterior: "llaman a niños 'peti'” [3]. Basándose en ese hecho, interpretó un versículo en el libro de Salmos [4] como queriendo decir que Di-s le guarda un lugar en el mundo venidero para los hijos de los pecadores del pueblo de Israel. En ese mismo viaje, dice Rashi, debido a su costumbre de buscar siempre méritos para el pueblo judío, Rabí Akiva encontró también un mérito en la moneda con la que Jacob pagó por el terreno, cien kesitá: son monedas denominadas así por ser valoradas como adornos, expresando —aunque sea mínimamente— el cariño especial que tuvo Jacob por la Tierra Prometida.
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Génesis 33:18-19.
Sanhedrín 110b
La palabra bíblica de pesi o peti se traduce generalmente como "simple" o "necio". En su viaje, Rabí Akiva descubrió una nueva acepción, "niños", cosa que le permitió interpretar el versículo de una manera novedosa y meritoria.
Salmos, 116:6
Resumen de Likutei Sichot, vol. 25, pages 177-185
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