**Nasó**
Una de las causas de la ansiedad y angustia es cuando nos fijamos en lo que nos falta en vez de fijarnos en lo que sí tenemos.
Tomá, por ejemplo, un “simple” vaso de agua. ¿Es tan simple? ¿Pensaste alguna vez en lo que representa esa maravilla? ¿Cómo sería la vida —tu vida— sin acceso a ese vaso de agua? ¿De detuviste a pensar alguna vez en lo maravilloso que es la producción de agua potable en el mundo y la perfección del ciclo de agua que se manifiesta cada vez que llueva y cada vez que perforás la tierra para llegar —a solo decenas de metros— a agua cristalina?
De hecho, cada vez que estamos por tomar un vaso de agua nos detenemos a reflexionar sobre lo que representa esa creación divina y por medio de ella, toda la creación divina que nos rodea y de la cual formamos parte.
Shehakol nihiá bidevaró. “Que todo llegó a existir por medio de Su palabra.” Ese es el texto de la bendición que pronunciamos antes de tomar un “simple” vaso de agua. Pero hay una condición: se pronuncia la bendición únicamente cuando se toma el agua para saciar la sed. Es recién ahí que podemos disfrutar su verdadero “gusto” y valor, tanto físico como espiritual. Al valorar la grandeza y bendición que representa un simple vaso de agua, podemos incrementar nuestra felicidad al concientizarnos y ver grandeza en todas las demás cosas simples y no tan simples de la vida que tenemos para disfrutar.
El agradecimiento tiene dos connotaciones: 1) ser agradecido y sentirse afortunado por lo que uno tiene; 2) agradecer y reconocer la bondad y amor del que nos da lo que tenemos. Esta segunda connotación, tiene —a su vez— dos aristas: 1) reconocer la bondad del benefactor; 2) reconocer el hecho que uno es amado.
¿Es posible seguir amargado y angustiado cuando uno ve que es destinatario de tanta bondad y tanto amor?
En la lectura de esta semana, Nasó [1] , leemos entre otros temas el del Nazir [2], un hombre o una mujer que deciden tomar un voto de abstinencia. Uno de los componentes de dicho voto es que mientras dure les está prohibido consumir uvas y sus derivados. Al concluirse el período de abstinencia, el Nazir deber traer un sacrificio de expiación. ¿De qué se tiene que expiar ese individuo para quien los preceptos obligatorios de la Torá no le alcanzaban y buscaba hacer algo “extra”? “Rabí Elazar Hakapar dice[3]: porque se privó del vino”. El Talmud [4] deduce de esto: “Si por privarse del vino se considera un ‘trasgresor’, cuanto más es así por cada cosa de la cual se priva.”
¿Cuál es la idea aquí? ¿Por qué requiere una expiación alguien que se privó de disfrutar del vino?
En base a lo que explicamos se entiende. Al no disfrutar las bendiciones que abundan, estamos despreciando la bondad y expresiones de amor de quien las creó y nos proveyó. Al no disfrutar, no solo estamos privándonos a nosotros mismos de placer; estamos privando a Di-s mismo de Su placer.
Imagínate una mujer que dedicó horas para preparar una rica y sana comida para su familia. Cuando llega la hora de la cena y su familia se sienta en la mesa a comer, ¿quién disfruta más, los hijos que comen o la madre que los ve comer? Cuánto más disfrutan los hijos ¡tanto más disfruta la madre!
Di-s creó este mundo maravilloso con comida no solo nutritiva sino también deliciosa porque nos quiere; quiere que la disfrutemos y quiere vernos disfrutar. Quiere que sepamos cuánto nos quiere. Y quiere que sepamos cuánto quiere que sepamos que nos quiere.
Así es. El infinito Creador le importa que estemos felices. Para eso creó este mundo tan maravilloso que nos provee de tanto placer. No hace falta abrir los ojos demasiado para darnos cuenta de lo afortunado que somos; simplemente hace falta no cerrarlos.
Así que la herramienta de esta semana es: antes de disfrutar de algo “sencillo”, tomate unos instantes para reflexionar y apreciar cuán increíblemente maravilloso es y la magnitud de la expresión de amor que implica.
Shehakol njihiá bidevaró.
Publicado en Homo Complicatum.
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