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¿Preferís tener mucho o todo?


**Vaishlaj**


Una de las frecuentes causas tanto de la ansiedad como de la depresión es la frustración por no lograr las metas que uno se propone.

“El que tiene 100 quiere 200,” declararon nuestros sabios [1], “y el que tiene 200 quiere 400”.

¿Cuándo logra uno estar satisfecho, entonces?

En cuanto a la definición de quién es rico, el sabio Ben Zomá da la siguiente fórmula [2]:

“¿Quién es rico? Aquel que está feliz con lo que tiene.”

Cabe preguntarse: ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? Uno puede estar rico y triste y puede estar pobre y feliz. ¿Por qué define la riqueza material según el estado de ánimo de uno?

Podemos encontrar una respuesta en la lectura bíblica de esta semana, Vaishlaj3 , donde leemos sobre el dramático encuentro entre los hermanos Jacob y Esaú, luego de veinte años de separación.

Jacob se había escapado de la casa de sus padres dado de que su hermano mayor, Esaú, lo quiso matar. Luego de veinte años decide volver a la casa de sus padres y ante la noticia de que su hermano está viniendo hacia él con cuatrocientos hombres de guerra, decide intentar aplacarlo por medio de un regalo que consistía en distintos rebaños de animales.

Al encontrarse luego de haber recibido el regalo, Esaú le dice a Jacob que no necesita los animales ya que “tengo mucho”. Jacob le responde diciendo que se quedara con el regalo ya que “tengo todo”.

¿Quién entre los dos tenía más, Jacob o Esaú, el que tenía “todo” o el que tenía “mucho”? No sabemos quién de los dos tenía más ceros en su cuenta. Lo que sí aprendemos de este intercambio entre los hermanos es la diferencia entre ser rico de verdad y simplemente tener riqueza. Ser “rico” es un estado de ser, independiente de la cantidad de lo que uno tenga en el momento y “tener riqueza” es una condición circunstancial que no define el estado de ser de su dueño circunstancial.

¿A qué se debe esa diferencia entre cómo describieron los dos hermanos sus respectivas situaciones económicas, “mucho” y “todo”?

A dos filosofías económicas diferentes.

Sus diferencias consistían en dos fundamentos distintos, uno en cuanto a cómo percibieron el origen de su riqueza y otro en cuanto a cómo entendieron el destino de la misma.

Esaú entendió que su riqueza fue el resultado de su viveza y astucia y que estaba para que él la disfrutara. Sí —pensó— tengo mucho, pero si fuera más astuto o vivo tendría más y podría disfrutar más todavía.

Jacob, en cambio, entendió que todo lo que tenía le llegó por bendición divina y el propósito de lo que tenía no era simplemente para que él lo disfrutara, sino antes que nada para poder con ello cumplir su misión de vida, para mejorar el mundo en el cual vive. Así que nunca pensó que le faltaba algo porque si fuera necesario que lo tuviera, Di-s se lo hubiese proveído. En otras palabras, tenía todo lo que necesitaba.

Cabe señalar que la postura de Jacob no era una de conformismo o de pasividad. Vemos que hizo grandes esfuerzos y estrategias para generar su riqueza. Lo que Jacob entendió fue que luego de todos los esfuerzos de uno, los resultados dependen de Di-s y no hay por qué pensar que uno hubiese podido generar más de lo que tiene. (Esto no implica que con el esfuerzo en el futuro no vaya a generar más. Para este momento es todo lo pudo generar porque que es todo lo que necesita.)

Una amiga de la familia me lo resumió así y me dejó pensando: Tu ego quiere mucho; tu alma quiere todo.

Así que la herramienta/meditación de esta semana es: arar y sembrar depende uno; llover y crecer depende de Di-s. Si no araste y no sembraste, ni Di-s con Su lluvia puede hacer crecer. Y si hiciste todo lo que está a tu alcance, acepta los resultados como “todo” lo que necesitas en este momento para cumplir con tu misión y estarás feliz.



-------- 1. Kohélet Rabá 1:13; 3:10. 2. Avot, 4:1 3. Génesis 32:4 - 36:43


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