**Reé**
¿Cuál es la diferencia entre una amenaza y un desafío?
En cuanto a su efecto en uno, está clara: la amenaza paraliza y el desafío motiva.
Pero, ¿de qué depende de que un obstáculo sea una amenaza o un desafío?
Si bien, en gran medida depende de la actitud y perspectiva de uno mismo, ¿hay algo que puede ayudar a que uno vea los obstáculos como desafíos en vez de amenazas?
En la lectura de esta semana Reé [1] podemos encontrar una respuesta.
La lectura abre con el versículo [2] “Mira que pongo delante de ustedes hoy bendición y maldición”.
¿Cómo se entiende que Di-s, que es la fuente infinita de la bondad, nos ponga maldiciones en el camino?
Una explicación es que justamente al saber que viene de Di-s deja de verse como una maldición —amenaza— sino como una bendición disfrazada, o sea: un desafío y una oportunidad.
En las enseñanzas jasídicas aprendemos sobre dos tipos de bondad divina, la revelada y la oculta. A primera vista, a cualquiera le gustaría recibir la bondad revelada. Dada la opción, ¿quién optaría por la bondad oculta que se disfraza de maldad en vez de la bondad visible y tangible?
Ahora, ¿qué pasa si te dan para elegir entre recibir bondad limitada y bondad infinita?
Me imagino que nadie dudaría en optar por la bondad infinita.
Ahora viene el verdadero desafío: Si la bondad infinita viene disfrazada de maldad y la bondad revelada es limitada, ¿qué elegirías?
Me imagino que elegirías bondad revelada e infinita. Esto es lo que nos deseamos cuando decimos Leshaná Tová Umetuká —un año bueno y dulce— o sea, que no solo sea “buena”, sino que también se perciba como tal, o sea, “dulce”.
Pero, mientras no se cumpla el deseo en su totalidad, ¿qué hacemos con la maldad con la que se nos toca lidiar en la vida?
La respuesta es: Reé. Mira. “Mira de Quién viene,” dice Di-s, “y para que te la pongo en el camino.” Lo que te parece “maldición”, es meramente desde tu perspectiva limitada. Si te concientizaras del hecho que todo viene de Mi, sabrás que es un bien infinitamente superior al bien que puedes apreciar, aunque no entiendas cómo.
El mero hecho de poder contextualizar la “maldad” y verla como un desafío, ya sirve para colocarte en un lugar superior al de víctima en que estuviste antes del desafío. Dejarás de dudar si es para tu beneficio o no y buscarás la manera de descubrir cómo aprovechar el potencial positivo que tiene para ti y para los demás.
A propósito del tema de percepción, vemos otra cosa interesante:
En la lectura de esta semana leemos sobre cuáles peces, aves y animales son Kasher —aptos para nuestro consumo— y cuáles no. En la lista de las aves aparecen dos especies que llaman la atención por sus nombres e implicancias: la Jasidá (Cigüeña) y la Raá. ¿Por qué se llama jasidá? Pregunta el Talmud. Porque hace bondad con sus compañeras en el tema de alimentación.[3] En cuanto a la Raá (buitre) dicen nuestros sabios [4] que se llama así por su vista aguda (Raá de la palabra Reiá). ¿Cuán aguda es su vista? Desde aquí (Babilonia) puede ver carroña en Israel.
Una de las razones por las cuales la Torá nos prohíbe el consumo de ciertos alimentos es por las características negativas que tienen y al ingerirlos las estaríamos incorporando en nosotros mismos.
¿Por qué, entonces, con cualidades tan positivas como la bondad y la vista aguda, ¿se nos prohíbe el consumo de la cigüeña y el buitre?
Una explicación es: la cigüeña hace bondad únicamente con sus compañeras. No es el tipo de bondad que se espera de nosotros. Debemos aspirar a ser bondadosos con todos, sin importar cuán cerca de nosotros están y cuánta satisfacción y retorno personal nos daría. En cuanto al buitre: tener vista aguda es algo positivo si uno la utiliza para ver el bien en el prójimo y la oportunidad de ayudarlo y no si la utiliza principalmente para ver la debilidad en el otro y la oportunidad de aprovecharse de eso
Así que la herramienta de esta semana es: el primer paso en el proceso de evaluar una situación es evaluar los ojos con los cuales mirás la situación.
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