
Pekudei
Hoy exploraremos algo que Rashi no dice y dado que Rashi aborda cada pregunta que surge del texto, parecería que debería haberlo comentado. Del hecho que Rashi lo ignora podemos llegar a una de dos conclusiones: 1) la respuesta a la pregunta puede hallarse en el texto mismo; 2) Rashi confía en que se entienda la explicación basada en algo que ya explicó anteriormente.
La pregunta “ignorada” es:
¿Por qué en nuestra parashá, Pekudei [1], se relata extensamente cómo el pueblo judío cumplió todo lo que Di-s les había ordenado en cuanto a la construcción del Mishkán, Santuario. ¿No hubiese alcanzado con decir al finalizar todos los pormenores de la orden Divina detallados en las parashiot Terumá, Tetzavé, Ki Tisá y Vaiakhel, “el pueblo hizo todo tal como Di-s le ordenó a Moshé”? Parece haber mucha redundancia en el texto.
Esta pregunta se asevera aún más dado que Rashi, al principio de Parshat Vaiakhel [2] dice “ya expliqué la donación del MIshkán y su trabajo donde fue ordenado”. De esto se desprende que no hay nada nuevo en la repetición. Surge la pregunta, entonces: si Rashi no ve necesidad de repetir su comentario, ¿por qué la Torá sí lo hace? Esta pregunta es muy obvia y se supone que Rashi debía abordarla, especialmente cuando vemos anteriormente que Rashi explica por qué la Torá repite tres veces la prohibición de “no cocinar el cabrito en la leche de su madre”. Si una repetición de cinco palabras amerita que Rashi la justifique, ¿no lo amerita la repetición de más de una parashá entera?
La explicación muy obvia es:
El Mishkán y todos sus utensilios están entre las cosas más valiosas en el judaísmo ya que fue por medio de ellos que la presencia de Di-s se encontraba entre el pueblo judío. Además fue el testimonio del hecho que Di-s perdonó al pueblo judío luego de su caída con el Becerro de Oro.
Es debido a esa valoración sobresaliente tanto de parte de Di-s como de parte del pueblo judío que se repiten los detalles una y otra vez.
No es necesario que Rashi explique esto aquí; ya lo explicó en parshat Jaié Sará [3] cuando la Torá repite los detalles de la historia de Eliezer, siervo de Avraham: “Dijo Rabí Aja: es preferible ante Di-s las conversaciones de los sirvientes de los patriarcas que las leyes de los hijos ya que la historia de Eliezer está repetida en la Torá mientras que muchas leyes importantes fueron transmitidas solo indirectamente.” O sea, de lo que Rashi ya explicó entendemos que la repetición aquí es por el cariño especial de la temática.
Cabe preguntarse:
De la explicación de Rashi en Jaié Sará parecería desprenderse todo lo contrario, que la parte de la Torá que habla de temas relacionados con los hijos, ¡no amerita repeticiones! ¿Por qué entonces están los temas del Mishkán repetidos?
La explicación:
El énfasis de Rabí Aja no está en diferenciar entre lo relacionado a los sirvientes de los patriarcas y a los hijos; el énfasis está en la diferencia entre “conversación” y “Torá”.
La diferencia simple entre ellas: Torá se refiere a enseñanzas, órdenes y leyes que Di-s indicó qué y cómo hacer. “Conversación” quiere decir un relato que describe una situación o un acontecimiento, tal como ocurrió en el caso de Eliezer. Lo que Rabí Aja está diciendo es que una “conversación”, inclusive de un siervo, tiene una ventaja sobre leyes, aunque estén vinculadas con los hijos.
Esto explica nuestro caso. Dado el cariño e importancia del Mishkán y sus utensilios, la Torá cuenta con lujo de detalles y vuelve a repetirlos en cada uno de los diferentes pasos: mandato, transmisión al pueblo, ejecución.
Rabí Aja
Según esto podemos entender que la razón por la que Rashi cita que quien dijo que “las conversaciones de los siervos de los patriarcas son preferibles a las leyes de los hijos” fue Rabí Aja es para fundamentar la idea de que el énfasis aquí no está en la diferencia entre “siervos” e “hijos”, sino en “conversaciones” y “leyes”:
Hay una discusión en el Talmud [4] referente al significado de las palabras “[y las (palabras de Torá) enseñarás a tus hijos] y hablarás de ellas” que decimos en el Shemá Israel. “‘De ellas’, y no de la Tefilá, ‘de ellas’ tienes permiso de hablar y no de otras cosas. Rabí Aja dice: ‘y hablarás de ellas’, hazlas fijas y no las hagas provisorias”.
Del hecho de que Rabí Aja no excluye el hablar de otras cosas, se entiende que hay ‘otras cosas’ de las cuales se está permitido hablar. Obviamente no se trata de conversaciones banales, que están prohibidas, sino de conversaciones cuyo contenido es positivo y aporta al crecimiento espiritual; simplemente no son leyes. Es por eso que no deben ocupar el lugar central en las conversaciones como lo deben hacer las conversaciones sobre leyes y obligaciones concretas.
Una perspectiva mística
En las dos parashiot en las cuales se vuelven a repetir todos los detalles del Mishkán y sus utensilios, hay dos puntos generales: 1) la generosidad de los judíos quienes trajeron con abundancia y celeridad todos los materiales necesarios para la construcción del Mishkán; 2) que los “inteligentes de corazón” cumplieron la orden de Di-s tal como Di-s le había ordenado a Moisés.
Más específicamente, vemos la fusión de ambos componentes: 1) dentro de la generosidad de las donaciones se vio reflejado el cumplimiento de la orden Divina y 2) dentro del trabajo de ejecución de los “inteligentes de corazón” se percibió también la iniciativa personal y voluntarismo.
Esto capta la dinámica que debe haber en nuestro relacionamiento con Di-s: dentro de la disciplina debe haber inspiración y dentro de la inspiración debe haber disciplina que refleja que se trata de una orden Divina.
Síntesis de Likutei Sijot Vol. 16, págs. 458-464
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Éxodo 38:21-40:38
Éxodo 35:5
Génesis 24:42
Ioma 19b
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